0.INTRO:
Cristo es el Rey de todas las cosas, personas y reinos.
Su gobierno no está caracterizado por el totalitarismo ni el despotismo sino por la bondad amorosa y el sacrificio. Constantemente extiende sus manos para defender al débil y al enfermo, yendo hasta los límites del abandono de Dios para traer de regreso a aquellos que se han apartado. Podemos cooperar con nuestro Rey siendo sus ministros de la misericordia hacia el mundo.
1.Hemos llegado al final del año litúrgico,
Es decir la fiesta de Cristo Rey.
Siempre terminamos el año con esta reflexión acerca del reinado, el señorío de Jesús.
Es interesante cómo esta fiesta fue instaurada al comienzo del siglo veinte, con el surgimiento de las dictaduras totalitarias.
Y la Iglesia estaba diciendo, "No, no, no" a todas esas falsas afirmaciones de autoridad definitiva.
Para nosotros la autoridad definitiva pertenece a una persona: Cristo Rey.
2.Para este día, la Iglesia nos da, como primera lectura, un pasaje del capítulo treinta y cuatro del profeta Ezequiel.
De nuevo, uno de los más cautivantes de los profetas mayores —complejo, fascinante, exquisito.
Ezequiel era sacerdote del templo.
Y fue llevado en el primer destierro al exilio en Babilonia.
Alrededor del año 600 a.C.
Fue testigo de esta gran catástrofe en la historia de Israel.
Israel, que estaba destinada a ser la nación que reuniría a todas las naciones del mundo, la nación que daría a Dios la alabanza correcta y por lo tanto atraería a todos en el mundo, aquella nación de Israel está ahora abatida, vencida, su ciudad capital destruida, su templo quemado.
De eso se está ocupando Ezequiel: esa catástrofe en el corazón de Israel.
Podría reconocer que potencias extranjeras fueron responsables de este desastre.
3.- Pero también vio que hubo culpa en el muy mal liderazgo de parte de los pastores de Israel.
Algunos de estos pasajes son emocionantes, cuando Ezequiel monta en cólera contra el liderazgo de Israel.
'"¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ...
Vosotros tomáis la leche, vestís su lana, sacrificáis las ovejas mejor alimentadas y no apacentáis al rebaño. No fortalecéis a las ovejas débiles, no curáis a las enfermas ni cuidáis a las que están heridas. No hacéis volver a las descarriadas".
4.-Entonces, utilizando esta metáfora maestra del rebaño y el pastor, está diciendo,
"Vosotros, líderes de Israel, padres de familia, responsables de grupos, habéis sido tan negligentes en vuestros deberes y responsabilidades que habéis contribuido al desastre".
Entonces, ¿Qué hará Dios? Ezequiel pronuncia algunas de las palabras más importantes del Señor en todo el Antiguo Testamento.
'"Esto dice el Señor Dios: Yo mismo iré a buscar a mis ovejas ... iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron ...
Las sacaré de en medio de los pueblos, las congregaré de entre las naciones, las traeré a su tierra".
"Mi pueblo santo ha sido apacentado de muy mala manera" —esto es lo que está diciendo.
"He tolerado esto por mucho tiempo. Así que yo mismo vendré a apacentar mi pueblo santo".
5.- Dios estuvo enviando representantes.
De eso se trata toda la historia de Israel: los patriarcas y los profetas y los grandes héroes —Dios enviando personas. Pero aquí esta una predicción, una promesa, de que Dios mismo vendrá, en persona, a apacentar a su pueblo.
Pero el Antiguo Testamento es toda una profecía:
Jesús se presenta a sí mismo no como uno más en una larga lista de profetas.
'"Está Isaías, Jeremías, y Amós, y Oseas, y Ezequiel y Daniel —y ahora está Jesús".
No, no, no, no —
Más bien, Jesús se presenta a sí mismo hablando y actuando en la persona misma del Dios de Israel y —por lo tanto, como él mismo, el que ha venido a apacentar a su pueblo.
6.- Jesús, como Buen Pastor, está cumpliendo la profecía de Ezequiel.
Los malos pastores han causado el desastre, así que yo mismo vendré a apacentar mi rebaño.
Eso es lo que fue Jesús. Así es como lo vieron.
7.- con eso en mente, regresemos a la profecía de Ezequiel y vemos una luz extraordinaria sobre la vida y el ministerio de Jesús.
Aquí está lo que dijo Ezequiel:
"No fortalecéis a las ovejas débiles, no curáis a las enfermas."
Esa es su palabra a los falsos reyes.
¿Qué otra cosa hizo Jesús en su ministerio sino extender sus brazos, una y otra vez, para fortalecer a los débiles, curar a aquellos que estaban enfermos?
Escuchad: "no cuidáis a las que están heridas".
¿Qué hizo Jesús? Cuidó las heridas de aquellos que estaban lastimados.
"No hacéis volver a las descarriadas".
¿Qué hizo Jesús? Una y otra vez, extendió sus brazos a aquellos en los márgenes para traerlos de regreso.
Escuchad: —este es Yahweh hablando ahora a través de Ezequiel— "así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron".
¿Qué otra cosa hizo Jesús en su ministerio público sino justamente eso?
Extendió sus brazos al rebaño disperso de la casa de Israel.
Fue, en su propia persona, el cumplimiento de esta gran profecía de Ezequiel.
8.- Jesús va a buscar, incluso a la oveja más perdida.
¿Cómo se lo describe en esa preciosa carta a los hebreos?
Escuchad: "El Dios de la paz, el que, mediante la sangre de una alianza eterna, resucitó de entre los muertos al pastor eterno de las ovejas, Jesucristo, nuestro Señor".
El buen pastor, ciertamente —en su ministerio público, en sus curaciones, en su salir al encuentro, en su reunir.
Es Buen pastor
Precisamente en la travesía entera hasta el fondo del pecado y de la muerte, y luego en la Resurrección conduciendo a su rebaño hacia adelante.
Allí está el cumplimiento, incluso más allá de los sueños de Ezequiel, de la profecía de Ezequiel.
9. más.
¿Cuál es el mandato de Cristo resucitado a sus apóstoles?
Id y anunciad a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
¿Qué hace el gran pastor del rebaño?
Ahora hace surgir pastores de su propio corazón, que continuarán su mismo trabajo: curar, vendar las heridas, llamar de regreso a casa a aquellos que están en los márgenes.
10.- Allí está el trabajo de la Iglesia.
Somos los pastores ahora bajo la tutela del gran pastor del rebaño.
Los malos reyes de Israel han sido ahora suplantados por este gran pastor del rebaño, este gran Rey que nos está atrayendo bajo su tutela para servir a sus propósitos.
Está destinado, efectivamente, a ser el Rey de Israel y el Rey de todas las naciones.
Y somos los servidores de este gran Rey.
10.- Un paso final.
¿Cómo luce todo esto en la realidad?
¿Cómo luce el Reino de Cristo?
¿Cómo luce nuestra participación en su pastoreo?
Bueno, echamos un vistazo al Evangelio de hoy, que es ese pasaje magnífico y aterrador del capítulo veinticinco de Mateo:
la parábola de las ovejas y los cabritos, y Jesús el Juez del final de los tiempos, separándolas…
¿Sobre qué base? Bueno, lo sabemos, probablemente de memoria, todos nosotros.
"Cuando tuve hambre, me diste de comer. Cuando tuve sed, me diste de beber.
Cuando estuve desnudo, me vestiste. En prisión, me visitaste, etc."
El pastor del rebaño, Cristo Rey, nos envía a realizar ese trabajo. Así es como apacentamos.
Así es cómo participamos en su reinado.
Así que puedo sugerirles esto, en esta fiesta de Cristo Rey:
este es un modo maravilloso de examinar nuestras conciencias.
¿Cómo estamos participando en su trabajo?
¿hubo tal vez personas que se cruzaron hoy en mi camino sedientas de amor, sedientas de bondad, sedientas de amistad?
¿Puso Dios hoy en mi camino tal vez a algún extraño muriendo por dentro por la soledad?
¿Puso en mi camino hoy a alguien que literalmente necesitaba ropa?
¿O tal vez necesitaba ser protegido de los ataques y de los chismes?
¿Tuve hoy la oportunidad de visitar a alguien en prisión?
¿O tal vez de ayudar a alguien a liberarse del encarcelamiento de su adicción?"
Cuando hacemos estas cosas, cuando hacemos estas cosas concretas, estamos operando en tándem con Cristo Rey, ejercitando su señorío a través del espacio y del tiempo.
11.- Cuando hacemos estas cosas, estamos cooperando con el gran pastor del rebaño,
que ha sido enviado a apacentar su propio pueblo, pero nosotros somos los medios privilegiados por los cuales lo hace.
Así que entonces, en la fiesta de Cristo Rey, efectivamente miramos hacia él,
y lo alabamos; lo reconocemos como nuestro Señor.
Pero también miramos muy seriamente a nuestra propia cooperación con él.
Y en Mateo 25 encontramos el criterio por el cual determinar si estamos siguiendo a ese Rey o si no.



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