La Santa Sede publicó este 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, la nueva Exhortación Apostólica del Papa Francisco Laudate Deum sobre la crisis climática.
El Santo Padre aborda la situación del cambio climático en la Laudate Deum (“Alaben a Dios”) porque “un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo” (LD 73) después de la Carta Encíclica Laudato si’ promulgada en la Solemnidad de Pentecostés de 2015.
La Exhortación Apostólica Laudate Deum, dirigida a todas las personas de buena voluntad, está compuesta por seis Capítulos:
En el primero, “la crisis climática global”, el Papa Francisco advierte que el cambio climático es innegable y sus efectos se hacen cada vez más evidentes “a pesar de algunos intentos de minimizarlos o ridiculizarlos” (LD 6). Además, lamenta que la principal causa de este problema es la actividad humana y añade que, si bien no podemos corregir tales daños, todavía podemos tomar medidas para evitar daños aún más graves en el futuro.
En el segundo Capítulo, el Santo Padre aborda el “paradigma tecnocrático” y subraya que la naturaleza no es un recurso a explotar sin fin, por lo que exhorta a reconocer que la ambición desmedida no es sostenible éticamente (LD 28).
En el tercer Capítulo, Francisco se refiere a “la debilidad de la política internacional” y destaca la urgente necesidad de la cooperación global a través de nuevos acuerdos multilaterales entre los Estados porque los enfoques actuales y pasados son insuficientes (LD 43).
En el cuarto Capítulo, el Papa reflexiona acerca de “las conferencias sobre el clima: avances y fracasos” y alienta a superar las posturas egoístas de los países en beneficio del bien común global (LD 44, 52) y en el quinto Capítulo reflexionar sobre el “¿qué se espera de la COP28 de Dubái?” si no queremos condenar a la humanidad.
En el último Capítulo, “las motivaciones espirituales”, el Santo Padre hace un llamado a las personas de todas las confesiones religiosas a reaccionar. A los católicos recuerda también que a la luz de la fe existe la responsabilidad del cuidado de la creación de Dios y que esto implica el respeto de las leyes de la naturaleza, el reconocimiento de la belleza y la riqueza de la creación divina.
Finalmente, el Papa Francisco invita a caminar en comunión, juntos, sinodalmente, y al compromiso en la “reconciliación con el mundo que nos alberga” (LD 69).
1º Contra el "negacionismo": "Nadie puede ignorar" Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí. Nadie puede ignorar fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra.
2º "No se puede dudar del origen humano" del cambio climático.
La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que por ese efecto provocan el calentamiento de la tierra, se mantuvo estable hasta el siglo XIX, por debajo de las 300 partes por millón en volumen. Pero a mediados de ese siglo, en coincidencia con el desarrollo industrial, comenzaron a crecer las emisiones. En los últimos cincuenta años el aumento se aceleró notablemente, como lo ha certificado el observatorio de Mauna Loa, que toma medidas diarias de dióxido de carbono desde el año 1958. Mientras escribía la Laudato si’ se alcanzó el máximo de la historia -400 partes por millón- hasta llegar en junio de 2023 a las 423 partes por millón. . No podemos dudar de que la razón de la inusual velocidad de estos peligrosos cambios son las enormes novedades que tienen que ver con la desbocada intervención humana sobre la naturaleza en los dos últimos siglos.
3º Una obsesión ideológica que usa al hombre a su servicio
el mayor problema es la ideología que subyace a una obsesión: acrecentar el poder humano más allá de lo imaginable, frente al cual la realidad no humana es un mero recurso a su servicio. Todo lo que existe deja de ser un don que se agradece, se valora y se cuida, y se convierte en un esclavo, en víctima de cualquier capricho de la mente humana y sus capacidades.
4º La importancia de que la ética regule el crecimiento tecnológico
El inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia. Está desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación. No es extraño que un poder tan grande en semejantes manos sea capaz de arrasar con la vida.
5º La responsabilidad del modelo económico
La lógica del máximo beneficio con el menor costo, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad. A veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos.
6º Un llamado "a los poderosos" para obrar en torno al bien común
Ojalá quienes intervengan puedan ser estrategas capaces de pensar en el bien común y en el futuro de sus hijos, más que en intereses circunstanciales de algunos países o empresas. Ojalá muestren así la nobleza de la política y no su vergüenza. A los poderosos me atrevo a repetirles esta pregunta: "¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?".
7º El cuidado de la creación, un mandato bíblico
La Biblia narra que "Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno" (Gn 1,31). De Él es "la tierra y todo lo que hay en ella" (Dt 10,14). Por eso Él nos dice: "La tierra no podrá venderse definitivamente, porque la tierra es mía, y ustedes son para mí como extranjeros y huéspedes" (Lv 25,23). Entonces, "esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo".
8º Occidente, un "modelo irresponsable" llamado al cambiar
Si consideramos que las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres, podemos afirmar que un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo.
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