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MONUMENTO de ASOREY a San Francisco

Actualizado: 26 sept 2023

Santiago de Compostela Granito y mármol 1925-1930


En 1925 los Franciscanos y las Terceras Órdenes y Juventudes Antonianas quieren conmemorar la celebración del VII centenario de la muerte de San Francisco, en 1926.. Fue aquí en Santiago donde el Santo acepta la necesidad y vocación de fundar conventos por toda la Península para la expansión de su Orden.

En esta conmemoración se decide levantar un monumento al Santo, encomendado a Asorey, siendo la comisión organizadora El M.R.P. Rector de los franciscanos y visitador de la tercera orden de Santiago y los RR.PP. Comisario Provincial de la V.O.T y Director Nacional de la Juventud Antoniana. El primer proyecto del monumento es muy modesto, pero gracias a la actividad propagandística del P. Manterola y al ser de suscripción abierta pronto se modifica debido a las generosas aportaciones llegadas de todos los puntos de España e incluso de América. El primer proyecto data del 1 de julio de 1925. En él se establece:

  • Se presentará el proyecto en yeso

  • Las dimensiones, en un principio el monumento tendría 9 metros de altura, 4 de base en el frente y 3, 20 de fondo

  • Se especificaría el coste de los materiales, teniendo en cuenta que San Francisco será de piedra gris respetando el ropaje, y mármol sepia en lo que a las carnes se refiere. Las demás figuras serán de piedra más clara en el pedestal, piedras que procederán de las canteras de Castrelos, y las del pedestal, de las canteras de Padrón.

  • El artista cobrará 40000 pesetas, desglosadas en pagos: un 15% para material, un 40% durante la ejecución, y el resto a la finalización de la obra

  • Hay un tiempo de finalización (no especificado en este contrato); si en este tiempo no se concluyese la obra la Comisión podrá adueñarse de ella, pero se le reintegraría a Asorey el coste de los materiales no empleados, aunque su cuantía se justifica deduciéndola de la cantidad total del precio total de la obra.

  • Se establece que antes de aprobarse el proyecto se necesita un anteproyecto con un modelo dibujado especificando las figuras representadas y sus escalas, para que la comisión justifique la cantidad a entregar por el coste de los materiales. También se especifica que a medida que se vaya concretando el monumento se presentarán sus cuerpos en madera, yeso o dibujos más detallados siempre y cuando no afecten a las figuras a representar y a los materiales. Sólo será alterado por fuerza de causa mayor absolutamente justificada.


La primera piedra del monumento es colocada el 17 de octubre de 1926, en presencia de la Peregrinación terciaria de Galicia, el Comité internacional del Centenario de San Francisco en Roma y la Junta Nacional del centenario en Madrid. Asorey está acompañado por el Padre Martín Manterola, el reverendo Samuel Eiján y el Rector del colegio, Alejandro Toribio. A partir de aquí el monumento crece y se desarrolla conforme a lo previsto aumentando en altura y magnificencia para ser inaugurado el 24 de julio de 1930.



LA INAUGURACIÓN El 24 de julio de 1930 se suceden los actos durante todo el día, que empezó con una Misa de Comunión celebrada por el P. Rector del Colegio, Fr. José Mosquera. A las 10 y media empezó la misa cantada. Hubo tal afluencia de público y autoridades que fue necesario habilitar sitiales para las diferentes comisiones: eclesiástica, civil, militar y cultural de Santiago, presididas por el Excelentísimo Sr. Gobernador civil, Alcalde compostelano, rectores de la universidad pontificia y universidad literaria, Coroneles de artillería e infantería etc., sin olvidar a las comunidades franciscanas venidas de todos los puntos de Galicia.

Desde la puerta del convento se inicia un desfile presidido por el prelado Zacaría Martínez Núñez y acompañado por los coros y la Banda Militar, hasta el monumento, que es descubierto por Rodríguez de Viguri entre vítores y aplausos, que se multiplican al ser bendecido por el Sr. Arzobispo.

Es después el turno de los discursos;

el Prelado insiste en la supremacía del espiritualismo, magistralmente reflejado por Asorey;

a éste le siguen Don Isidoro Millán y Ramón Cabanillas, éste lee un emotivo poema dedicado al monumento.

Terminó la ronda de discursos Rodríguez de Viguri, que habló en nombre del Ministro de Gracia y Justicia.

Después de esto la multitud desfiló asombrada y maravillada ante el monumento, algo que se repite en los días posteriores.


EL MONUMENTO



Asorey dice de su proyecto " A San Francisco debe erigírsele un monumento franciscano. Ni bronces, ni aplicaciones metálicas, ni siquiera mármoles, Esta riqueza de material desdice del ideal franciscano. Todo de granito. Esto es muy franciscano. La riqueza y vistosidad debemos gastarla en el trazado y ejecución de la obra. En la piedra podemos grabar ideas que materias más finas jamás despiertan en el espectador".

El monumento definitivo mide 12 metros de altura y 4,10 metros en cada lado del basamento. Es el último gran monumento que hace en su taller de Caramoniña. Su base es una plataforma cuadrada de granito en la que Asorey plasma la fecha de inauguración y su firma (hoy en día tapados por la reordenación de la calle, que supuso un añadido de tierra alrededor de la base del monumento).


Más arriba podemos ver la inscripción conmemorativa "Al Pobrecillo de Asís". A partir de aquí el granito se conforma en bloques sin labra, a modo de dólmenes, haciendo alusión a la Galicia intemporal, unidos a las representaciones de los vicios - clara inspiración en el Pórtico de la Gloria- aplastados por la apoteosis figurativa.


El primer cuerpo (2,10 m) está integrado por cuatro grupos figurativos, dos delante y dos detrás, separados por representaciones animales alegóricas: la oveja y su cordero (alusión al Cristianismo y a la resignación y mansedumbre que San Francisco inculcó al pueblo) y el lobo de Gubio, el hermano lobo, entre cuyas patas aparece un conejo, simbolizando el hermanamiento que San Francisco predicaba. El lobo es el mismo que talló en el San Francisco, de 1926, obra que llevó la primera medalla en la exposición nacional. Para hacer de modelo del animal cogió a un "perro lobo", un cruce de pastor alemán con algún perro salvaje;


El primer grupo, en actitud de avance hacia el centro representa la sociedad gótica, el Poder y el Pueblo, en actitud de ofrenda. El primero está representado por el Rey, el Caballero y el Clero, identificados por los atributos que portan (algo que se remonta a los relieves persas en que los representantes de cada provincia llevaban el procesión sus presentes al monarca). El pueblo está representado por una familia campesina. El padre descansa pensativo e hierático apoyado en la azada, mientras que la mujer se convierte, como en tantas obras de Asorey, en símbolo de la Maternidad, de la unión con la tierra a través de las flores que la acompañan; es una figura más expresiva y cercana gracias a su unión con el hijo al que porta en brazos; completa este grupo la hija adolescente que muestra cierta curiosidad por la escena. Todas las figuras rebosan el realismo característico de esta etapa.

En el reverso aparecen los transfigurados por el espíritu de Asís, los continuadores de la orden. En el centro aparece el escudo de la orden. A la derecha hay un grupo de tres mujeres: santa Clara, con expresión mística y portando el ostensorio eucarístico en sus mano, una religiosa sentada y meditando y orando que con Santa Clara representan el rezo y el trabajo, predicados por los franciscanos.

La tercera figura es una dama que ciñe sobre su ropa el cordón franciscano, representando así a las terciarias. A la izquierda hay tres figuras masculinas que reflejan el influjo del Pórtico de la Gloria sobre Asorey nuevamente. Uno de ellos es San Bernardino de Siena en cuyos brazos cobija un libro con el anagrama de Cristo, el predicador incansable, que aparece secundado por un caballero de la Tercera Orden; la tercera figura es un fraile para el cual se tomó de modelo a un franciscano que por aquel tiempo habitaba en el convento; aparece en clara actitud meditativa, reflejando la riqueza de su vida interior. (2,10 metros)

Este cuerpo se une con el siguiente con piedras anudadas a modo de cordón franciscano, clara alusión al Santo y con raíces de nuevo en la antigüedad, en este caso es un recurso del arte visigodo. Este cuerpo representa al Santo flanqueado por tres deliciosas figuras femeninas, las Virtudes, Pobreza, Castidad y Obediencia.

La Pobreza es una doncella que aparece erguida y sonriente sobre las espinas que representan su penuria. Recuerda a las figuras femeninas góticas en los pliegues acanalados de la túnica y en la dulzura de su rostro.

La Obediencia es una figura con gran movimiento, su cuerpo está en torsión y parece temblar en su lucha interior para desprenderse de los placeres mundanos.

Por último, la Castidad lleva entre los dedos de su mano izquierda el lirio (flor alusiva de la pureza), mientras que eleva la mano derecha en actitud de bendecir. Este cuerpo mide 2,25 metros.


En la parte frontal y presidiendo el monumento, aparece la figura de San Francisco (2,80 metros) abriendo sus brazos hacia la Catedral en alusión a su peregrinación a Compostela a la vez que en actitud de abrazo. Viste el hábito de la Orden tallado en granito gris oscuro y ceñido por el cordón de tres nudos, de mármol blanco. Cabeza, manos y pies son de mármol sepia y reflejan una gran espiritualidad, el rostro es sereno, de ojos cerrados y sonrisa esbozadas, mientras que manos y pies, de estudiada anatomía, presentan los estigmas. El modelo fue un señor de apellido Otero que iba por el taller a hacer recados y encargos a cambio de comer con los operarios, tal era desgraciadamente su pobreza. Destacar el realismo anatómico, en los pies se representan perfectamente los tendones, en los torsos se adivina la anatomía... debido a que Asorey es escultor anatómico de la facultad de medicina de Santiago.

Alrededor del Santo Asorey coloca grupos de rosas de amor, lirios y palomas, que le sirven para unir este cuerpo con el superior. En el último cuerpo, Cristo, representado como el alado de Verna, irradia su caridad al Santo de Asís. Combina las formas humanas con las extremidades membranosas, destacando en éstas un fino granito blanco en contraste con el sepia del conjunto. La iconografía es románica: es un Cristo frontal, hierático y horizontal, en el que destaca el estudio anatómico del torso. La frontalidad se complementa con el patetismo gracias a una estrecha corona de espinas. El Cristo se "encaja" en una estructura en forma de estrella o de cruz, a modo del típico cruceiro gallego, mirando hacia la Catedral compostelana, señalando el camino hacia el sagrado templo.


Publicado en https://vicente-perez-otero.webnode.es/,

Traído aquí para nuestro archivo.

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