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“No es bueno que el hombre esté solo”


Una cuerda de tres hilos es imposible de romper, dice la lectura que habéis elegido. Adán, Eva y Dios.


Los nombres de Adán y Eva, no son identificaciones individuales, sino que encarnan una verdad fundamental de lo que somos a los ojos de Dios:


  • Adán significa 'tierra' 'hecho de tierra', es un nombre para expresar nuestra vulnerabilidad, y nuestra necesidad de Dios, para que nuestra existencia tenga un sentido; algo más que carne que pasa por la tierra durante unos años..

  • Eva significa 'dar vida', la tierra capaz de dar vida, expresa nuestra vocación a generar vida, ser causa de otra vida, en nosotros y alrededor de nosotros, una maternidad espiritual y física.


  • Las teorías modernas, a partir del s.XVII, parten del individuo y sus derechos, o más bien de sus exigencias, como las de Hobbes o Locke o recientemente el hebreo Harari, cuyo libro Sapiens deja ver que el amor no existe. Toda alianza humana está movida por el miedo a un enemigo común, por un interés colectivo, o en el caso de un matrimonio buscando que la otra persona me de lo que me falta o necesito: un hijo, un hogar, etc.

  • Aristóteles definía al ser humano como “animal político” expresando que necesita de otros para realizarse plenamente.


  • Aristóteles admitía un amor pero siempre por un “tercer objetivo común”: un valor o realidad superior que sostiene la relación.


La Biblia parte de un hecho objetivo: todos somos del mismo barro, todos juntos formamos una sola criatura llamada ADAN-EVA: tierra vulnerable capaz de dar vida, porque Dios creador nos hizo a su imagen y semejanza:
“No es bueno que el hombre esté solo” (Gén 2,18).

En un momento de esa creación, Dios nos hizo capaces de recibir su Espíritu y sopló sobre nuestra carne su Espíritu, lo que nos da inteligencia, voluntad y libertad.


👥 Pero nuestra misma experiencia nos dice que el AMOR EXISTE: El ser humano está hecho para y desde la comunión

Tú eres un regalo, quien te hizo y te crio lo hizo por puro amor; tú estás aquí porque más de una persona te ama y te ha amado incondicionalmente.


El hombre no es un ser aislado, y no se entiende si no es por medio de la relación personal, comunidad y amistad.

“La doctrina social católica no comienza con el individuo, sino con la familia.”


❤️ El matrimonio: la más profunda comunión

El matrimonio es la expresión del amor de Dios para con cada persona, Dios te va a cuidar, crear y llenar a través de esta persona que pone en tu vida para siempre. La frase “los dos se hacen una sola carne” expresa una unión total y recíproca de dos personas. El matrimonio es la forma más expresiva de la protección y creación de Dios.

Es un paso de “mi vida es mía” a “mi vida es nuestra”, un amor de entrega mutua.


🙏 Jesús y la indisolubilidad del matrimonio

En el Evangelio, Jesús reafirma este plan original de Dios. Le preguntan sobre el divorcio, y lejos de relativizar, responde:

“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.”

Lo que Dios ha amado, que no pierda ela mor, no se quede sólo, no sufra sólo.



Los cristianos sostenemos un amor para siempre porque así es el amor de Dios, que te quiere cuidar hasta terminar su obra en ti, hasta que seas la criatura perfecta, santa, serena, que Dios quiere crear. El matrimonio es la continuación del acto creador de Dios en estas dos personas.


El matrimonio cristiano no es una construcción humana más, sino el sueño de Dios para nosotros: a través de la perfecta comunión, en amor verdadero, abierto a la vida. 



Cristo, el huésped que transforma el hogar

Cuando Cristo es más que una figura en la historia, cuando es el centro de la vida familiar, algo profundo cambia. Su amor, vivido y celebrado, enseña a los esposos a amarse con ternura y sacrificio, a los hijos a crecer en confianza y obediencia, y a todos a mirar al otro como don, no como estorbo.


Cristo no llega a un hogar como inspector, sino como huésped, amigo y salvador. Él convierte el agua rutinaria de la vida diaria en el vino alegre del servicio y el perdón, como en Caná. Y así, las comidas en familia se vuelven banquetes de comunión, las discusiones se transforman en obras que construyen un hogar mejor, y las diferencias se transforman en riquezas.


Frutos visibles de una fe compartida

Una familia con fe no es solo más unida: es más libre, más resiliente, más generosa. Porque el amor de Cristo no encierra: lanza hacia fuera. Así, estas familias se convierten en iglesias domésticas, faros en sus barrios, semillas de evangelio en sus escuelas y trabajos. Son testigos callados, pero elocuentes, de que Dios sigue vivo y ama encarnarse en lo pequeño, lo cotidiano, lo familiar.


Además, los hijos que crecen en una atmósfera de fe y amor verdadero tienen más herramientas para enfrentar el mundo con esperanza, sin perderse en modas ni desesperanzas.


Un llamado a la confianza

No hay inversión más sabia ni herencia más bella, que CRISTO.

Como decía san Juan Pablo II, "la familia que reza unida, permanece unida". Y como enseña el Evangelio, donde hay dos, casados en el nombre de Jesús, Él está en medio. ¿Qué más puede necesitar un hogar?


Y así llegamos al evangelio que habéis escogido para este día: Las bienaventuranzas: quien las vive, puede experimentar a Dios, con el corazón. El que ama, ve a Dios. El que perdona, ve a Dios. El que hace el bien, lo está viendo actuar.

Las bienaventuranzas son la expresión de quien vive, iamgen y semejanza de Dios, dando vida. Son el espejo del corazón de Jesús. Y en un mundo que no cree, vivirlas es ser testigos valientes del Dios invisible que actúa a través de nosotros.


Matrimonio sábado 3 de mayo de 2025.




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