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Foto del escritorFray Dino

Papa Francisco habla a los jóvenes en Bahréin. Puntos destacados:


Queridos amigos, hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Les agradezco que estén aquí, de muchas naciones y con tanto entusiasmo....


Ustedes, que no son de la misma religión y no tienen miedo de estar juntos, ... ustedes son la buena levadura destinada a crecer, a superar tantas barreras sociales y culturales, y a promover gérmenes de fraternidad y novedad. ... convirtiéndose en la base de una sociedad amiga y solidaria.


... me gustaría dirigirles tres pequeñas invitaciones, no tanto para enseñarles algo sino para animarlos.


1.La primera invitación es a abrazar la cultura del cuidado.

Sor Rosalyn utilizó esta expresión: “cultura del cuidado”. Hacerse cargo, cuidar, significa desarrollar una actitud interior de empatía, una mirada atenta que nos lleva a salir de nosotros mismos, una presencia amable que supera la indiferencia y nos impulsa a interesarnos por los demás.

Este es el antídoto contra un mundo cerrado que, impregnado de individualismo, devora a sus hijos; contra un mundo prisionero de la tristeza, que genera indiferencia y soledad. ...Jesús cuidó las relaciones con todos los que encontraba en las casas, en los pueblos y en los caminos. Miraba a la gente a los ojos, escuchaba sus peticiones de ayuda, se acercaba y tocaba sus heridas.

¿Miráis a la gente a los ojos?

Jesús entró en la historia para decirnos que el Altísimo cuida de nosotros; para recordarnos que estar del lado de Dios significa hacerse cargo de alguien y de algo, especialmente de los más necesitados.


Jóvenes de Bahrein ... esto requiere un entrenamiento constante. Así que no se olviden de cuidarse primero a ustedes mismos, no tanto del exterior, sino del interior, la parte más oculta y preciosa de ustedes. ...¿Y cómo se hace para cuidar el corazón? +escucharlo en silencio, +encontrar espacios para estar en contacto con su interioridad, +en silencio, siguiendo el ritmo de vuestro corazón, hablen con Dios. Háblenle de ustedes mismos, y también de aquellos que encuentran cada día y que Él les da como compañeros de viaje. Llévenle los rostros, las situaciones felices y dolorosas, porque no hay oración sin relaciones, como tampoco hay alegría sin amor.


Amar es preocuparse por el otro, cuidarlo, ofrecer el propio tiempo y los propios dones a quien lo necesita, arriesgarse para hacer de la vida un regalo que genera ulterior vida.


Ttodos ustedes —sin excluir a nadie— son un tesoro, un tesoro único y valioso. Por eso, no encierren su vida en una caja fuerte, pensando que es mejor no hacer ningún esfuerzo porque no ha llegado aún el momento de gastarla.


¿qué huella estoy dejando ahora, aquí donde vivo, en el lugar donde la Providencia me ha puesto? Esta es la primera invitación, la cultura del cuidado; si la hacemos nuestra, contribuimos a que crezca la semilla de la fraternidad.


2.Y esta es la segunda invitación que quisiera hacerles: sembrar fraternidad.

Me gustó lo que dijo Abdulla: “Es necesario ser campeones no sólo en el campo de juego, sino en la vida”. Es verdad, ¡sean campeones de fraternidad fuera del campo! Este es el desafío de hoy para el triunfo de mañana, el desafío de nuestras sociedades cada vez más globalizadas y multiculturales.


...se permite que en las relaciones con los demás las distancias se agranden, y las diferencias étnicas, culturales, religiosas y de otro tipo se convierten en problemas y temores que aíslan, y no en oportunidades para crecer juntos.


A ustedes jóvenes quiero decirles: sean sembradores de fraternidad y serán cosechadores de futuro, porque el mundo sólo tendrá futuro en la fraternidad.

Es una invitación que encuentro en el centro de mi fe. Dice la Biblia: «¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? Este es el mandamiento que hemos recibido de él: el que ama a Dios debe también amar a su hermano» (1 Jn 4,20-21).


Están llamados a «reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras» (Fratelli tutti, 6).

¿Soy abierto a los demás?

¿Soy amigo de alguna persona que no forma parte de mi grupo de intereses, que tiene creencias y costumbres diferentes de las mías?

¿Busco el encuentro o me quedo en lo mío?


En ustedes, jóvenes, está vivo el deseo de viajar, de conocer nuevas tierras, de superar los límites de los lugares habituales. Quisiera decirles: aprendan a viajar también dentro de ustedes mismos, amplíen las fronteras interiores, para que se desplomen los prejuicios sobre los demás, se reduzca el espacio de la desconfianza, se derriben los muros del miedo, florezca la amistad fraterna.


También en esto déjense ayudar por la oración, que ensancha el corazón y que, abriéndonos al encuentro con Dios, nos ayuda a ver en quién encontramos a un hermano y una hermana.

«¿No nos ha creado un solo Dios? ¿Por qué nos traicionamos unos a otros?» (Malaquías 2,10). Sociedades como esta, con una notable riqueza de fe, tradiciones y lenguas diversas, pueden convertirse en “escuelas de fraternidad”.


3.Quisiera hacerles además una tercera invitación. Se refiere al desafío de tomar decisiones en la vida. No existe una vida sin desafíos que afrontar. Y siempre, frente a un desafío, como ante una encrucijada, es necesario elegir, involucrarse, arriesgarse, decidir.

Se trata de crecer en el arte de orientarse en las decisiones, de tomar la dirección correcta.


Él nos acompaña y nos guía. No con prodigios y milagros, sino hablando delicadamente por medio de nuestros pensamientos y de nuestros sentimientos.

Es necesario, entonces, aprender a distinguir su voz. ¿Cómo? ... por medio de la oración silenciosa, el diálogo íntimo con Él, conservando en el corazón lo que nos hace bien y nos da paz.


Nada de lo que nos sucede le es ajeno a Dios, pero con frecuencia somos nosotros los que nos alejamos de Él, no le confiamos las personas y las situaciones, nos cerramos en el miedo y la vergüenza. No, alimentemos en la oración la certeza consoladora de que el Señor vela sobre nosotros, que no duerme, sino que nos cuida siempre.


Busquen siempre, antes que las opiniones de internet, buenos consejeros en la vida, personas sabias y de confianza que puedan orientarlos, ayudarlos. Pienso en los padres y en los maestros, pero también en los ancianos, en los abuelos, y en un buen acompañante espiritual. ¡Cada uno de nosotros necesita ser acompañado en el camino de la vida!

Repito: NUnca solos. Necesitamos compañía en el camino de la vida.








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