Paz y Bien a todos en este día de mi “santo”:
A los sacerdotes, diáconos, acólitos, ayudantes, monitores, cantores, encargados de la sacristía, floristas, limpiadoras; a todos los frailes y monjas, a todo los que os confesáis y a los que sería bueno y estaría bien que lo hicieseis; a las catequistas y ayudantes y voluntarios, a los niños; a los pobres e indigentes. A los trabajadores y agricultores, funcionarios y empleados por cuenta propia o por cuenta ajena; a los vendedores, a los parados o a los del Ibex35; a los de “Boaxente” o de “Boanoite”, a los que mandan y a los que obedecen, a los hombres y a las mujeres; a los casados y a los solteros; a todos los niños, adolescentes, jóvenes y mayores, a los jubilados. A los que estáis sanos y a los que estáis enfermos. A los pequeños y a los grandes. A los que dan y a los que reciben. A todas las naciones y a todos los lugares de la tierra, a todos los que sois, que son, y que serán: yo, fray Francisco, siervo inútil, os deseo la paz, la felicidad, y si es el caso, la conversión y penitencia.
En este día de mi onomástica amémonos todos, y amemos siempre con todo el empeño, con todo afecto, y hasta con las entrañas, al Señor, que nos dio y nos da a todos nosotros el cuerpo, el alma y toda la vida, y que es el Bien, todo Bien, sumo Bien y solo el Bien; y que es piadoso, manso, suave y dulce, santo, justo, verdadero, sano y recto, amable, inocente, puro, perdón y toda gracia para todos nosotros en esta tierra, y gloria de todos los bienaventurados en el cielo.
En este día de mi fiesta y en todas las fiestas y en todo los días de vuestra vida nada os (nos) separe de él y nada se interponga entre vosotros (nosotros) en ninguna parte (todas partes), en ningún lugar, a ninguna hora y en tiempo alguno. Todos los días y continuamente creamos humilde y verdaderamente, y tengamos en el corazón y amemos, honremos, adoremos, sirvamos, alabemos, bendigamos, glorifiquemos, sobre exaltemos, engrandezcamos y demos gracias al Altísimo y sumo Padre Dios, creador de todas las cosas y salvador de todos los que en él creen y esperan y lo aman en él mismo y en los demás con los que viven y conviven y se encuentran y perdonan…A él nuestro Padre Dios: que es inmutable, invisible, inenarrable, inefable, sublime, excelso, suave, deleitable y sobre todas las cosas todo deseable y necesario para curar cualquier tipo de pandemia que sea. Amén.
Hermanos, a todos: Paz y Bien. Y Buena Fiesta en el Señor!!!
Fdo. Yo, San Francisco de Asís, ciudad del cielo. Año de gracia 2020.
(Adaptación libre de &&& de cap. XXIII de la Regla no Bulada de N.P. San Francisco)
Fr.. Enrique Mourille Feijoo
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