23 oct
13 sept
13 sept

Para Ratzinger, la gran clave del cristianismo está en el prólogo del Evangelio de Juan:
“En el principio era el Logos.”
Aquí, Logos significa:
Razón +Sentido + Palabra que ilumina
Inteligibilidad de todo lo que existe
Por eso, cuando Juan dice que el Logos es Dios, está afirmando algo revolucionario:
👉 El Dios bíblico no es voluntad ciega ni poder caprichoso, sino Razón amorosa que crea, ordena y se comunica.
Este concepto encaja perfectamente con lo mejor del pensamiento griego clásico: la convicción de que el cosmos es racional y que la razón humana puede acceder a su orden.
Ratzinger muestra que la Biblia, desde muy temprano, se distancia del mito:
El Dios del Éxodo dice “Yo soy” (Ex 3,14): un Nombre que no es capricho ni un accidente, sino Ser.
Los profetas denuncian los ídolos como obras humanas sin verdad (Sal 115).
La sabiduría de Israel habla de la creación como obra de la Sabiduría divina (Pr 8; Sab 7–9).
Todo esto revela que el Dios bíblico no es irracional ni arbitrario, sino inteligible, fiel, coherente consigo mismo.
Ratzinger insiste en que la síntesis entre Biblia y filosofía griega no fue un “injerto extraño” ni una corrupción del Evangelio, como afirman algunas corrientes:
Reforma protestante más radical
Teología liberal (Harnack)
Relativismos contemporáneos que buscan “deshelenizar” el cristianismo
Para él:
👉 La fe cristiana necesitaba expresarse en categorías griegas porque la verdad de la revelación apunta naturalmente hacia una comprensión racional del mundo.
Dicho de otro modo:
✨ El cristianismo reconoce en la filosofía griega una preparación providencial del pensamiento humano para acoger plenamente la revelación.
Por eso la traducción griega del AT (la Septuaginta) no es solo una traducción: es un momento teológico esencial, un puente entre revelación e inteligencia humana.
La razón no es propiedad de un pueblo, sino capacidad de todo ser humano.
En Grecia, especialmente en Platón, lo divino se vincula a lo verdadero y lo bueno, no al mito absurdo.
Lo cual armoniza con el relato bíblico de la creación como acto de sabiduría y no de conflicto entre dioses.
Esto permite que la fe cristiana se exprese sin violencia, porque la verdad no se impone por la espada, sino por la razón.
Ratzinger subraya que la relación no es de subordinación, sino de enriquecimiento mutuo.
Libera al pensamiento clásico de:
el politeísmo,
la idea de divinidades cambiantes,
el fatalismo.
No solo razón, sino razón que ama, que entra en alianza, que llama por el nombre.
Para los griegos, el Logos es eterno pero estático.
Para el cristianismo, el Logos entra en la historia, se hace carne.
La relación entre fe bíblica y pensamiento griego alcanza su plenitud en Jesucristo:
👉 El Logos eterno se hace hombre.
👉 La razón divina se revela como amor crucificado.
Esto es esencial para Ratzinger: La verdad no es solo idea; es persona que ama, llama, perdona y salva.
Porque garantiza tres pilares del cristianismo:
La fe no es superstición ni sentimiento irracional.
Si el mundo viene del Logos, entonces estudiarlo tiene sentido (nace la universidad).
Si existe una verdad racional accesible para todos, el diálogo es posible sin violencia.
La relación entre la fe bíblica y el pensamiento griego, en la visión de Ratzinger, es:
Una alianza providencial entre la revelación y la razón humana, que permite comprender a Dios como Logos y al hombre como buscador de la verdad.
Gracias a esta síntesis la Iglesia puede proclamar a Cristo como Verdad para todos y la universidad puede existir como lugar de encuentro entre fe y razón.

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