13 sept
13 sept
Hoy celebramos a San Gregorio Magno (ca. 540 – 12 de marzo de 604), papa desde el año 590 hasta su muerte en 604. Su pontificado dejó huella en muchos ámbitos: fue pastor en tiempos difíciles, reformador de la Iglesia, impulsor de misiones y guía espiritual con sus escritos. Dio impulso a la organización del canto litúrgico, que luego tomó su nombre: canto gregoriano.
Es uno de los cuatro grandes Padres latinos (junto con San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo).
Doctor de la Iglesia, modelo de papa pastor y evangelizador.
Su memoria se celebra el 3 de septiembre.
Reforma de la liturgia
Pero entre todo lo que hizo, algo decisivo para la vida de la Iglesia fue: unificar y dar estabilidad al Canon Romano, la gran plegaria eucarística de la Misa. El Canon no nació con Gregorio. Sus raíces se remontan a los primeros años del cristianismo romano, de hecho sus partes esenciales pudieron llegar con San Pedro desde Jerusalem. Sin embargo, fue él quien lo fijó formalmente para toda la Iglesia latina, de modo que quedara como herencia común de sacerdotes y fieles, y así permaneció prácticamente inalterado hasta la introducción de nuevas plegarias eucarísticas en 1969. Vaticano II.
En la liturgia, nada es accesorio. Cada palabra, cada silencio, cada invocación tiene sentido. Puede parecer secundario o superficial recordar a los primeros mártires de Roma o enlazar la Misa con las figuras del Antiguo Testamento como Abel, Abraham o Melquisedec. Pero al rezar esas palabras, la Iglesia confiesa su fe: que el sacrificio de Cristo está unido a toda la historia de la salvación y que nosotros celebramos en comunión con los santos de todos los tiempos.
Por eso se dice que la lex orandi es la lex credendi: creemos lo que oramos. Y eso vale no solo para los fieles, sino también —y especialmente— para los sacerdotes y obispos, cuya vida espiritual se forja en lo que rezan cada día en el altar.
Atención a los pobres
Organizó el patrimonio de la Iglesia romana para sostener a los necesitados en una Roma arruinada.
Transformó el palacio de Letrán en un centro de caridad.
Misión evangelizadora
Envió monjes benedictinos a Inglaterra, encabezados por San Agustín de Canterbury, para evangelizar a los anglosajones.
Su celo misionero inspiró la futura expansión del cristianismo en Europa.
Autor espiritual
Escribió las Homilías sobre Ezequiel, Homilías sobre los Evangelios, la Regla pastoral (manual para obispos) y los Diálogos (donde narra vidas de santos italianos, incluyendo a San Benito).
Introdujo un estilo pastoral sencillo, directo y profundamente bíblico.
Pastor en tiempos difíciles
Negoció con los lombardos para proteger Roma.
Se implicó en la organización de la ciudad tanto en lo político como en lo espiritual.
Sobre la humildad del servicio pastoral:“El pastor debe ser humilde en medio de sus virtudes, y en medio de sus defectos debe recordar que es cabeza.” (Regla pastoral).
Sobre el amor al prójimo:“La prueba del amor está en las obras. Donde el amor no obra, de nada sirve.”
Sobre la predicación:“El predicador debe beber en el corazón lo que derrame en las palabras.”
Sobre el cielo:“Nuestra patria verdadera es el cielo; en la tierra somos peregrinos y caminantes.”
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