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Foto del escritorAlejandro

Samuel. Para contar a los niños la liturgia de estos días


Para Ana y Elqaná lo más importante era el bienestar espiritual de su familia, lo cual determinó en buena medida la clase de persona que Samuel llegó a ser


(Proverbios 22:6: Educa al niño* en el buen camino del Señor, y no lo dejará ni siquiera cuando llegue a viejo.).




Samuel tiene solo cuatro o cinco años. Pero va a vivir aquí en el tabernáculo de Jehová con Elí y con los demás sacerdotes.

¿Por qué traerían Elcana y Ana a alguien tan joven como Samuel para servir a Jehová en el tabernáculo? Veamos.


Pocos años antes de esto, Ana estaba muy triste. Esto se debía a que no podía tener un hijo, y tenía grandes deseos de tener uno. Así, un día en que estaba visitando el tabernáculo del Señor Dios, oró:

‘¡Ay, Señor, no te olvides de mí! Si tú me das un hijo, te prometo que yo te lo daré, de manera que él pueda servirte durante toda su vida.’


El Señor contestó la oración de Ana, y meses después ella dio a luz a Samuel.

Ana amaba a su hijito, y empezó a enseñarle acerca de las cosas del Señor cuando todavía era muy pequeñito. Le dijo a su esposo: ‘Tan pronto como Samuel tenga suficiente edad y no necesite ya mi atención, lo voy a llevar al tabernáculo para que sirva al Señor, pues Él me lo dió y es suyo.’

Ana y Elqaná llevan al niño para servir al Señor.


Y porque sus padres habían enseñado tan bien a Samuel, él está contento de poder servir al Señor aquí en la tienda del Señor. Cada año sus padres vienen a adorar en esta tienda especial, y a visitar a su hijito. Y cada año Ana trae un nuevo traje sin mangas que ha hecho para Samuel.


Pasan los años, y Samuel sigue sirviendo en el tabernáculo del Señor, y agrada al Señor y al pueblo. Pero Ofni y Finees, los hijos del sumo sacerdote Elí, no son buenos. Ellos hacen muchas cosas malas, y también hacen que otros desobedezcan a Dios. Elí debería quitarlos del sacerdocio, pero no lo hace.


El joven Samuel no deja que ninguna de las cosas malas que pasan en el pueblo y en torno al templo hagan que él deje de servir al Señor. Pero por mucho tiempo el Señor no le ha hablado a ningún hombre, porque poca gente de veras lo ama.


Cuando Samuel crece un poco más, esto pasa:

Samuel está durmiendo en el tabernáculo cuando una voz lo despierta. Él contesta: ‘Aquí estoy.’ Y se levanta y corre a donde Elí, y dice: ‘Me llamaste, y aquí estoy.’


Pero Elí contesta: ‘Yo no te llamé, estarías soñando; vuelve a la cama.’ Así es que Samuel vuelve a la cama.


Entonces hay una segunda llamada: ‘¡Samuel!’

Así que Samuel se levanta y vuelve a donde está Elí. ‘Me llamaste, y aquí estoy,’ dice. Pero Elí contesta: ‘No te llamé, hijo mío. Vuelve a acostarte.’

Así que Samuel vuelve a la cama.


‘¡Samuel!’ llama la voz por tercera vez. Así que Samuel corre a donde Elí. ‘Aquí estoy; esta vez tienes que haberme llamado,’ dice.

Ahora Elí comprende que es el Señor quien llama.

Le dice a Samuel: ‘Acuéstate otra vez, y si él llama, debes decir:

“Habla, Señor, porque tu siervo escucha.”’

Eso es lo que Samuel dice cuando el Señor llama otra vez.

el Señor le dice entonces a Samuel que va a castigar a Elí y sus hijos.

Más tarde, Ofni y Finees mueren peleando con los filisteos.


Samuel crece, y llega a ser un gran juez de Israel.

Cuando se pone viejo, el pueblo le dice: ‘Escoge un rey que nos gobierne.’

Samuel no quiere, porque en verdad el Señor es el rey de ellos.

Pero el Señor lo permite para instaurar un reinado del cual descenderá Jesús, el verdadero rey Mesías.







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