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María a los ojos de San Francisco de Asís.

La advocación más franciscana con que honramos a María es: Ntra Sra de los Ángeles. Esta es la advocación de una ermita a las afueras de Asís, donde nació nuestra orden, y donde Francisco tenía su nido, y donde quiso morir. Ermita para la cual pidió San Francisco al Papa Honorio III la indulgencia del perdón de Asís.


1.-Pero hay un título que Francisco le da a María, que define, con toda su connotación bíblica, cómo Francisco ve a la Virgen María: es el título de REINA.

Tiene San Francisco de Asís una oración titulada:

"Saludo a la Bienaventurada Virgen María", Que en unas pocas líneas nos resume toda su teología cristiana sobre la Virgen María.


Comienza la oración diciendo:

“Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María:


En la monarquía davídica, la madre del rey era la reina, no la esposa. Tenía un lugar especial en el palacio, intercedía por el pueblo y era símbolo de sabiduría y autoridad (cf. 1 Re 2,19-20 con Betsabé, madre de Salomón). Salomón se arrodilla ante la reina.


Doctrina de la Iglesia: El Papa Pío XII, en la encíclica Ad Caeli Reginam (1954), proclama la realeza de María, afirmando que:

  • María es Reina porque es Madre de Cristo Rey. y

  • María es Reina porque coopera de forma singular a la obra de redención.

  • María es Reina por gracia, no por naturaleza divina (no es diosa, es la primera entre los redimidos).


La Liturgia celebra esta verdad cada 22 de agosto, como Memoria de María Reina (una semana después de la Asunción, para mostrar su glorificación total).


San Juan Pablo II dice: "María es Reina precisamente sirviendo a Dios y a los hombres."


2.-IGLESIA: María que eres virgen hecha Iglesia,

el Concilio Vaticano II (en Lumen Gentium, n. 53) dice que María es imagen de lo que la Iglesia está llamada a ser:

  • Esposa fiel del Señor,

  • Portadora del Hijo y Madre fecunda de hijos,

  • Morada de Dios. S Francisco decía: Palacio de Dios, tabernáculo, casa de Dios


La catedral de Notre Dame tiene una estatua, en el Portal de la Virgen, esculpido entre 1210 y 1220, que representa a María coronada con el Arca de la Alianza sobre su cabeza. Esta imagen remite a los Padres de la Iglesia, que comparaban a María con el Arca, porque ella llevó en su vientre al Verbo de Dios, superando con creces los objetos sagrados que contenía el Arca antigua.

María es Iglesia porque acoge como madre. Lleva en su seno a Dios y nos lleva a nosotros con el mismo amor. En su regazo cabemos todos, y junto a ella, todos sentimos la presencia de Dios.

 

3.-TRINIDAD: María está consagrada por el P, el H y el ES:

'y elegida por el santísimo Padre del cielo, a quien consagró con su santísimo Hijo amado y con el Espíritu Santo Paráclito, en la que estuvo y está toda plenitud de gracia y todo bien'.


María está en íntima comunión con Dios. El concilio de Efeso, 431 definió la maternidad divina de María, frente a Nestorio que negaba que María fuese madre de Dios, sino tan solo del hombre Jesús.


4.-Cristocentrismo:

es Madre de Jesús, Sierva y MADRE de Jesús: pero siempre al servicio de Él.


San Francisco "Amó con indecible afecto a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la Majestad. "Dice San Buenaventura, Legenda Maior, 9,3).

En la Porciúncula, dedicada a Sta María de los Ángeles (la Porciúncula), “el lugar más santo de la tierra”. Él deseaba que la Orden entera estuviese bajo su protección maternal.


María no está retirada del mundo, sino que participa activamente en la gran batalla espiritual de la Iglesia. Como Reina del Cielo, es una guerrera espiritual, no con armas humanas, sino con las del Cielo:

amor, misericordia, gracia.


Como el Arca era llevada a la batalla por Israel, así la Iglesia lleva consigo a María en su lucha contra el mal.

 

 

Del evangelio de hoy destaco

-en esta semana que la liturgia nos habla de la promesa del ES y de la construcción de nuestras comunidades en comunión a Cristo y entre nosotros- la palabra: PERMANECER en mí


Mucho depende de esa pequeña palabra “permanecer” —menein en griego— que Juan usa frecuentemente en su Evangelio. El amor de Dios se da incondicionalmente como una gracia, pero permanecer en ese amor es realmente cuestión de observar los mandamientos de Dios. 


La palabra PERMANECER, PERSEVERAR define la vida y vocación de la Virgen MAría, a pesar de todos los avatares de su vida.


Esta es la gran doctrina católica de la gracia y la cooperación con la gracia. No hay división alguna entre ley y gracia, como hicieron algunos reformadores.


Más bien, decimos que la ley y los mandamientos, vividos en fidelidad, nos permiten participar en el amor de Dios.


Amando es como sentimos y experimentamos el amor de Dios, tal como hizo María.



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