El Espíritu Santo es un poder unificador frente al diabólico — “diabalein” en griego significa dispersar, y entonces “diabolos” es un poder que dispersa.
Sabrás cuando el Espíritu Santo esté en vosotros, sabrás que el Espíritu Santo está alrededor cuando la gente comience a unirse.
En el día del Mesías, Isaías profetizó, todas las tribus de Israel subirán al Monte Sion, e incluso se unirán todas las tribus del mundo.
Y a través del poder del Espíritu, todas estas naciones, una vez dispersas, se reúnen alrededor de este sitio central. Y los muchos idiomas se eliminan porque se habla el único gran idioma del Espíritu.
Una de las señales más claras de que está operando el Espíritu Santo, es el poder que reúne y unifica.
Eso es lo que está sucediendo en el día de Pentecostés a través del poder del Espíritu.
Piensa en el agua de lluvia que cae.
Infinidad de gotas de agua, unidas en la misma misión y en la misma vida.
Cuando una de ellas quiere separarse y regar su propio huerto, o ser más que las demás y secarlas, una gota se evapora al instante.
La suma de todas ellas genera vida, plantas, flores en inmensa diversidad.
Así el único Espíritu.
Así el Espiritu de Dios da origen a santos diferentes, diferentes actividades en la Iglesia, la variedad fecunda de santidades y ministerios.
Pablo dice que algo nuevo ha sucedido que aquellas divisiones. Las separaciones ya no interesan; porque ya seas judío o griego, tienes el único Espíritu en ti.
Lo que nos une es mucho.
El Espíritu Santo es más grande y poderoso que cualquier cosa que nos divida.
Saboreemos esta gran fiesta de Pentecostés.
Ábrete al Espíritu de Dios, deja en sus manos –o en sus alas- toda tu vida para que El la conduzca. Y espera en Él, siempre confía.
Si amas la unidad y pones todos los medios, sobre todo el de pedir perdón, el Espíritu de Dios está en ti.
Si tú te ves más importante que la comunión en tu iglesia, pide el Espíritu de Dios.
Dios os bendiga.
