Es un regalo leer todos los años, en el domingo de Ramos, la narrativa de la Pasión.
Y este año estamos leyendo el Evangelio de Marcos.
Los Evangelios son esencialmente narrativas de la Pasión con una larga introducción.
Así que en cierto modo, la narrativa de la Pasión es el Evangelio entero.
Situándonos en la escena, ¿nos identificamos con algunas de esas personas cuando reaccionan ante Jesús que se encamina hacia su muerte?
Así es como comienza la narrativa de La Pasión.
1.-Es la mujer del frasco de alabastro con perfume.
Quiebra el jarro de perfume muy caro y lo derrama sobre la cabeza de Jesús y la gente a su alrededor se escandaliza y dice, “Esperad un momento. Eso es muy caro. ¿No se podría haber vendido y el dinero habérselo dado a los pobres? Es que, qué desperdicio y qué gesto desmesurado”.
Jesús desestima esa crítica y elogia a la mujer y le dice –lo que en cierto modo se cumple cada vez que leemos esto– lo que ella ha hecho será recordado por siempre.
Ella es una de las primeras que reacciona frente a Jesús mientras Él se está encaminando hacia su muerte.
Su muerte representa el regalo desmesurado que nos hace Dios, que Dios recorrió todo el camino descendente, yendo a lo profundo de nuestra disfunción.
Y entonces ella responde con un gesto desmesurado.
Sí, podríamos cuestionarlo, tal cual lo hicieron largo tiempo atrás.
Podríamos sopesarlo en la balanza ética, pero ese no es el tema.
El tema es que ella rompe el frasco de perfume como si estuviera rompiendo todo su corazón y derramando toda su vida y su alma en gratitud a Cristo.
Esa es la reacción correcta.
Es por eso que Jesús la elogia.
¿Cuál es nuestra reacción hacia Él?
¿Abrimos nuestro corazón de par en par y nos derramamos por Él?
2.-Vamos ahora al huerto de Getsemaní,
Jesús está orando, sudando sangre en este momento cúlmen de su vida, este tiempo de enorme prueba.
Y Pedro, Santiago y Juan, sus discípulos más íntimos, van con Él.
¿Y qué hacen ellos?
Se quedan dormidos.
En la Biblia, dormirse es una cosa muy mala. Es símbolo de falta de atención espiritual. Está sucediendo algo de gran importancia espiritual y no nos importa.
Nos dormimos.
Nos resulta irrelevante.
En cierta manera es un símbolo del secularismo contemporáneo.
Las cosas de Dios suceden todo el tiempo.
La acción de Dios en el mundo, el amor de Dios derramado, los sacramentos, la Iglesia, la predicación de la Iglesia, la palabra de Dios.
Y ¿cuál es nuestra respuesta, la mayoría de las veces?
Nos dormimos en indiferencia.
Pedro, Santiago y Juan, estos amigos íntimos de Jesús, aquellos de nosotros que estamos en la Iglesia y estamos en el proyecto, ¿qué estamos haciendo cuando el Señor actúa en nuestras vidas y en el mundo?
¿Nos dormimos también?
¿Recuerdas la escena en la que el Señor llama a Samuel y tanto Elí como Samuel están dormidos en el templo?
Y la Biblia dice que las visiones y locuciones de Dios eran muy raras en aquellos días.
¿Por qué? ¿Por qué Dios decidió replegarse?
Porque especialmente la gente religiosa comienza a quedarse dormida incluso en el templo.
Pedro, Santiago y Juan, en la presencia misma de Jesús en el clímax de su vida, se quedan dormidos.
3.-Una escena única de Marcos es la de ese joven misterioso,
no se lo nombra, que cuando vienen a arrestar a Jesús en el huerto de Getsemaní y hay una pequeña contienda, y luego los discípulos huyen y está este joven del que oímos que huye.
Y cuando corre, ellos le sacan la túnica y se la quitan de las manos y el joven corre desnudo en la noche.
Qué detalle particular para incluir.
Parece una anécdota insignificante hasta que recordamos que la palabra que se usa allí para su vestimenta es la misma que se utiliza para la vestimenta bautismal.
Cuando alguien era bautizado, le colocaban esta vestimenta blanca que simbolizaba su devoción a Cristo.
Se ha revestido de Cristo.
Cuán a menudo, en el momento de la verdad, cuando nuestra fe Cristiana, nos va a costar algo. Tal vez cuando nos persiguen, cuando las cosas se tornan peligrosas a causa de nuestra fe, ¿qué hacemos?
¿Nos mantenemos firmes o huimos en la noche dejando atrás nuestra identidad bautismal?
Esa es una gran escena.
Es difícil de asimilar.
Pero es una escena muy importante para que nosotros nos identifiquemos.
Cuán a menudo, si me pregunto en el curso de mi vida, ¿he sido acaso como ese joven, que cuando las cosas se ponen un poquito difíciles, abandono mi identidad bautismal, huyendo de la prueba?
4.-El sumo sacerdote, llevan a Jesús ante el Sanedrín para juzgarlo.
El Sumo Sacerdote, luego de escuchar a varios testigos dijo: “¿Eres tú el Mesías?
¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?”.
Y Jesús responde de una manera tan impactante que el sumo sacerdote rasga sus vestiduras y lo declara blasfemo.
¿Qué dijo Jesús?
Citó el capítulo siete de Daniel.
Daniel habla de la visión del anciano. Y luego, venía sobre las nubes, como un hijo de hombre y el anciano le dio su dominio.
Es una predicción mesiánica, sí, pero más que eso, este que viene sobre las nubes, este hijo de hombre es alguien que participa de la misma autoridad de Dios.
Al citar esto, Jesús está diciendo, “Sí lo soy. Y un día vereis cómo el Hijo del hombre ... viene entre las nubes del cielo”.
¿Qué está afirmando?
No solo que es un gran maestro, no es solo un gran líder político, no es solo el Mesías en el sentido convencional del término, sino que está diciendo que es Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero.
Y el sumo sacerdote no puede asimilarlo. Es demasiado para el sumo sacerdote.
Existe un montón de gente hoy que está de acuerdo con Jesús como un personaje histórico distante.
Está de acuerdo con él como un artilugio literario.
Está de acuerdo con él como un inspirador maestro de la vida espiritual, pero no pueden asimilar la afirmación que sale de su propia boca, la afirmación de que Él es Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero.
Pero eso es lo que está en discusión cuando nos referimos a Jesús.
¿Estás con Él o estás contra Él?
Estar con Él es decir: tú eres el Hijo de Dios.
Tú eres el Hijo de Dios.
Quedarse corto con eso es estar efectivamente contra Él.
¿Cuán a menudo nos situamos en esa postura del sumo sacerdote en que nos arrancamos nuestros vestidos porque no podemos asimilar la afirmación central de la Iglesia?
5.- Luego, Pedro, el jefe de los apóstoles, el primer papa, Pedro, el amigo íntimo de Jesús.
Oh Señor, no sé lo que harán los otros, pero yo nunca te traicionaré.
Me pregunto cuán seguido en nuestras vidas espirituales decimos algo como eso.
Señor, por supuesto que no.
No, soy tu fiel seguidor.
Tú eres mi todo.
Siempre estaré contigo Señor, y te seguiré.
Y luego en el momento en que se desata esa turba que busca al chivo expiatorio, en el patio del sumo sacerdote, se están calentando junto a una fogata.
Es una noche fría y alguien se da cuenta que está Pedro.
“Bueno, él estaba con Jesús”.
“No, no, no, no, no.
Ni siquiera lo conozco”.
“Sí, estabas. Yo te vi”.
“No era yo”.
“Tu acento te delata. Eres Galileo”.
“Te aseguro. No lo conozco”.
Lo niega tres veces.
De nuevo, somos compañeros pecadores.
Cuantas veces en el transcurso de nuestras vidas hemos prometido nuestra total lealtad a Él, pero de nuevo, cuando las cosas se ponen un poco peligrosas y difíciles, cuando afirmar a Jesús implica que podríamos meternos en serios problemas, ¿nos mantenemos firmes o lo negamos como lo hizo Pedro, el primer papa?
Luego, oímos sobre los soldados romanos. Llegan y le colocan una corona de espinas sobre Su cabeza.
Si la Sábana de Turín es verdadera, no fue un anillo sino como un gorro completo sobre su cabeza. Le colocaron la caña en Su mano como un cetro para burlarse.
Lo cubrieron de púrpura y lo golpeaban y lo escupían y se reían de Él.
¿Hay mucho de eso sucediendo hoy?
Seguro que sí.
La burla de la religión se ha convertido en un viejo clásico.
Existen miles de ejemplo de gente hoy que adora burlarse de Jesús. No simplemente ignorarlo. Eso es un tipo de secularismo, es quedarse dormido. Es saber acerca de Él, pero burlarse. ¿Lo hemos hecho?
Esa es una pregunta difícil en este domingo de Ramos.
¿Algunas veces hemos sido como estos soldados romanos que dijeron, sí, estamos con nuestros camaradas o personas que están diciendo cosas irrespetuosas y no decimos nada, o, incluso peor, nos unimos?
¿Cuántas veces nos hemos burlado del Señor, burlado con nuestras palabras, burlado con nuestras vidas, burlado con la clase de gente que nos asociamos?
Es duro. Sé que es duro, y pienso que es bueno en el domingo de Ramos, mientras recorremos esta historia aún terrible de la pasión de Jesús, que nos identifiquemos con estos diversos personajes.
6.- El Centurión.
Al final mismo del Evangelio, cuando la cabeza de Jesús se ha inclinado por la muerte, el centurión romano dice: “Verdaderamente este hombre era el hijo de Dios”.
Y ahora no hay más secreto mesiánico. Jesús no lo calla. No puede.
Y entonces las palabras del centurión, con las cuales prácticamente termina la historia, se propagan a lo largo de los siglos, a partir de una fuente inverosímil, el centurión Romano que está ejecutándolo, pero que es el que dice, como una suerte de proto evangelista: “Verdaderamente este hombre es el hijo de Dios”.
En aquel tiempo el emperador tenía el título de Hijo de Dios, César era el “Huios tou Theou”, era el hijo de Dios.
El hecho mismo de que un centurión romano, aquel que lo ejecuta dice: “Verdaderamente este hombre es el hijo de Dios”. Ese es el mensaje evangélico.
¿Podemos decir esas mismas palabras con esa misma confianza?
“Verdaderamente este hombre es el hijo de Dios”.
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