23 oct
13 sept
13 sept

Grupo confirmación de Adultos. Respuestas enviadas como eco que ha quedado grabado y queremos compartir para que todos se lleven esta enseñanza:
+Consagrar, dedicar y guardar al Señor el domingo y fiestas de precepto, descansando en El que lo hizo todo y se entregó por nosotros haciendo todo nuevo con la Resurrección.
+ Dicho de manera coloquial y en resumen, es imprescindible ir a misa los domingos, dedicando tiempo a cuidar nuestra relación con Jesús.
+Darle al domingo el sentido especial que merece; yendo a misa, dedicando tiempo a la familia, orando y descansando.
+Santificar las fiestas, asistir a Misa los domingos y otros días de precepto, dedicar tiempo a la familia, conectarnos con Dios todopoderoso confiar plenamente en él
y saber entregarle nuestras cargas.
+Él se sacrificó por nosotros, caminó hacia la muerte a sabiendas, se dejó torturar, y al fin y al cabo era de carne y hueso. Es verdad que nos pide mucho, para que seamos buenos cristianos, pero nos da muchísimo a cambio, quien lo ama, tiene un gran cielo abierto en el corazón. Podemos rezar en la intimidad cada día, algunos hablamos con él cada noche, y con María Virgen, pero para mantener una gran familia cristiana, tenemos que reunirnos. El Domingo, la misa del Gallo, Semana Santa, la misa de Pascua..., reunámonos e intentemos que otros lo hagan con nosotros, como hicieron los Apóstoles. Feliz Semana a todos.
+ Un día para reencontrarnos con Dios, recordando quienes somos y de dónde venimos, dedicando tiempo y cuidados a las personas que queremos y orando. También es un día para reflexionar sobre nuestro camino con autocrítica, considerando si avanzamos hacia nuestros objetivos de la mano de Jesús y si estamos teniendo presente la huella que dejamos en el prójimo al caminar.
+El 3er mandamiento no va solo de “no trabajar”, sino de santificar el tiempo: parar en medio del ruido y las prisas de la vida moderna para dejar espacio a Dios Si llenamos todo de actividad, acabamos creyendo que todo depende de nosotros. Pero este mandamiento nos manda el mensaje contrario: el descanso es un acto de fe, nos recuerda que no controlamos todo. Descansar es tiempo para agradecer, orar, compartir y amar, y tras ese encuentro con Dios y con los demás, el corazón se renueva y puede comenzar de nuevo con más paz
+El tercer mandamiento nos alienta a dedicar un tiempo especial a renovar nuestra fe los domingos y fiestas de guardar.
+El tercer mandamiento recuerda a los cristianos que la fe no se expresa solo en palabras, sino también en la forma en que esas palabras se usan. Llamar a Dios implica responsabilidad, implica hablar con sinceridad, cumplir lo que se promete en su nombre y honrarlo en la vida diaria; este mandamiento para mí implica vivir con autenticidad con los valores que nos enseña la iglesia católica y no solo hablar de ellos si no ejecutarlos y ser consecuente en nuestras acciones diarias para tener una vida cristiana basada en la fe.
+Para mí el tercer mandamiento, es el obligarte a parar en la vorágine del día a día para agradecer todo aquello que tenemos, que a diario no valoramos, por eso hay que dar gracias a Dios de lo afortunados que somos.
“Honrar el nombre de Dios es vivir con respeto y coherencia, que cada palabra y acción refleje verdad y amor.”
+El tercer mandamiento (santificar las fiestas) nos recuerda que debemos dedicarle un día a Dios, especialmente el domingo. Por esto considero importante utilizar este día para conectar con los amigos, la familia y sobretodo con Dios y con nosotros mismos, acudiendo a misa o bien rezando para renovar nuestra fe y paz.
+Nos recuerda que es un día para fortalecer nuestra relación con Dios realmente, dedicándole especial atención, también compartiendo y agradeciendo
Reflexión sobre el tercer mandamiento
Cuando era pequeño, nunca llegué a entender el significado de este mandamiento.
Imaginaba que consistía en algo así como rezar un Padre Nuestro cuando eran las
fiestas de tu pueblo. Hace unos años comprendí que iba mucho más allá.
Mi interpretación personal de este precepto gira en torno a la importancia del domingo: a emplearlo conforme nos enseñó Jesús, a utilizarlo para lo que realmente está destinado.
Vivimos en un mundo frenético, que no se detiene y que avanza cada vez más deprisa.
Esto tiene una consecuencia principal: no encontramos un momento para detenernos y reflexionar. Para no hacer nada y, a la vez, hacer muchas cosas. Para llamar a nuestros seres queridos. Para enviar ese mensaje pendiente. Para pensar en aquello que llevamos evitando toda la semana. Para dedicar un instante a pensar sobre cómo ser mejor persona, mejor cristiano.
El domingo constituye el momento idóneo para ello. Solo tenemos que renunciar a esas cosas que nos parecen indispensables y que no son más que necesidades superfluas impuestas por el mundo en el que vivimos. ¿Es realmente necesario revisar las historias de nuestros 250 “amigos” de Instagram? ¿Nos importa más qué hizo ayer por la noche una persona con la que coincidimos una vez en un viaje a Andalucía que saber cómo han pasado la semana nuestros abuelos? Si te paras a pensarlo, es verdaderamente ridículo.
Por eso, para mí, el domingo ideal consiste en levantarse a una hora prudente,
desayunar con calma e ir a misa. Pasar un rato con Dios a través de la oración. En ese momento, además de con Él, estarás con toda la gente que quieres y por la que rezas, te acordarás de ellos, pensarás en sus problemas, pedirás por su bien. Darás gracias por todo lo que te ha dado el Señor esta semana, que es mucho. Te sentirás afortunado.
Luego habrá tiempo para tomar un vermú, que también te lo mereces, y para echarse una buena siesta. Visitar a tu familia, ver a los tuyos, especialmente a aquellos que más lo necesitan. También dedicarte tiempo a ti mismo, a escucharte, a cuidarte. Cuando termine el día, te sentirás a gusto contigo mismo, feliz y agradecido por lo que tienes, y listo para comenzar una nueva semana.
No es la única interpretación posible, pero sí mi manera de santificar las fiestas.


Comentarios