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DomII Cuaresma. Esta es la prueba: ¿Dios o sus beneficios?

Segundo domingo de Cuaresma,

Lectura del capítulo 22 del Génesis.

 

Los antiguos israelitas se referían a ella como el “Akedah”, que significa la “atadura”.

Es la atadura de Isaac.

No fue sacrificado, pero Abraham estaba listo para sacrificarlo.

Es difícil imaginar otro texto en el Antiguo Testamento que sea más controvertido, que haya provocado más desconcierto y oposición.

 

La historia es:

“Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: ‘¡Abraham, Abraham!’

Él respondió: ‘Aquí estoy’.

Y Dios le dijo: ‘Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré’”.

 

Abraham, elegido por el Señor, escucha la voz del Señor, lo sigue a la Tierra Prometida, establece una alianza con él. El Señor le promete que a través de un hijo suyo, se convertirá en el padre de una gran nación y los descendientes serán más que las estrellas del cielo. Una promesa maravillosa.

 

Isaac, el hijo imposible de su avanzada ancianidad.

el hijo por medio del cual se cumplirá la gran promesa de Dios.

¿Podría haber algo más importante para Abraham que este hijo?

Y entonces el mismo Dios que lo llamó, el mismo Dios que estableció la alianza con él, el mismo Dios que permitió el nacimiento de Isaac, dice : “Toma a tu hijo único, Isaac a quien tanto amas”…“y ofrécemelo en sacrificio”,

 

Parece que Dios está en guerra consigo mismo.

¿Por qué razón haría Dios esto?

la historia tiene un final feliz, porque Abraham, sí, está dispuesto a obedecer al Señor y camina junto a su hijo. ¿Qué estaría pasando por el corazón y la mente de Abraham en aquel momento?

 

Y luego el “Akedah”, la atadura.

Ata a Isaac al altar, levanta el cuchillo para matarlo. En su disposición a obedecer el ángel detiene su mano.

Y el Señor le dice, “Ya veo que temes a Dios”.

 

Lo que tenemos aquí es algo de lo cual hay mucho en la Biblia:

La prueba: “Dios le puso una prueba a Abraham”.

¿Cuál es la prueba?

¿Amas a Dios o amas los beneficios de Dios?

 

Esa es la prueba.
¿Amas a Dios o amas los beneficios de Dios?

 

Dios nos provee beneficios todo el tiempo.

El hecho de que exista, de que esté respirando, de que esté vivo, todo eso es regalo de Dios.

Cualquier éxito que tenga o cualquier cosa buena que te haya sucedido, esos son beneficios que se han recibido de Dios.

 

Pero, ¿cómo amo a Dios?  

¿Amo a Dios por las cosas buenas que me da?  

¿O lo amo por él mismo?  

¿Amo los beneficios que recibo de la voluntad de Dios o amo la voluntad de Dios?  

 

Ahora, existe una conexión entre esta historia, una fina conexión pienso, y la historia al comienzo del libro de Job.

¿Lo recuerdas?

De forma similar, está Satanás en la corte celestial, y Dios le dice, ¿hTe has fijado en mi servidor Job?

Sé que la mayoría de la gente es débil, pero está Job. Él es recto.

 

Y Satanás le dice, bueno, sí, eso es porque le has dado todo lo bueno.

Job es exitoso, tiene una familia grande, tiene muchas riquezas, y tiene fama y es muy amado.

Seguro Señor, le has dado todos estos beneficios.

 

Y entonces sucede la prueba.

Dios le permite a Satanás que le quite todo.

Y en el corazón del libro de Job, Job dice, “El Señor me lo dio y el Señor me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”.

¿Se queja?

Sí. Y sufre, sí.

Pero Job da testimonio del hecho de que ama, no los beneficios de Dios, sino a Dios.

Se ve lo mismo en la tradición espiritual.

 

Leed a alguien como San Juan de la Cruz.

Cuando habla de la noche oscura de los sentidos y la noche oscura del espíritu, no se está refiriendo a la depresión.

Se está refiriendo a eliminar todos esos beneficios que recibimos, en el cuerpo y en el alma.

Si los elimino a todos, lo que me queda es Dios mismo.

¿Amo los beneficios de Dios o amo a Dios?

En cierto modo es la pregunta central de la vida espiritual.

 

Porque como dijo Job, y como lo experimentó Abraham, el Señor da y algunas veces el Señor quita.

Ahora, ¿es el propósito final de Dios siempre un propósito de amor?

Si. Si.

Dios es amor.

 

¿Podemos verlo siempre claramente y en nuestros términos?

No.

¿Se corresponde el amor de Dios siempre con beneficios que puedo entender inmediatamente?

No.

Y esa es la prueba.

Esa es la prueba.

 

Abraham en el Monte Moria, Job sobre un montón de estiércol, en que se le han quitado todos estos bienes.

 

Una imagen más: Jesús en la cruz.
¿Qué ha perdido en la cruz?
Todo beneficio posible.

¿Placer sensual?

Está al límite del sufrimiento.

¿Amistad?

Todos sus amigos lo han abandonado.

¿Honor?

Lo están escupiendo.

¿Bienestar corporal?

Se está muriendo.

Él es como Abraham en el Monte Moria.

Es como Job sobre un montón de estiércol.

Jesús clavado en la cruz.

¿Y qué es lo que dice?  

“Padre, perdónalos” y “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

 

¿Qué dijo en Getsemaní cuando comenzó este tiempo del sufrimiento?

“No mi voluntad, sino tú voluntad”.

¿Amas los beneficios de Dios o amas a Dios?

 

Algunas veces —en el vocabulario del libro del Génesis— algunas veces esa es la prueba.

Cuando todo va bien, y estoy disfrutando los beneficios, tal vez no esté claro en lo profundo de mi alma,

¿estoy amando Sus beneficios o estoy amando a Dios mismo?

Ahora, demos una rápida mirada, porque la Iglesia conecta esa historia espantosa —y me refiero a espantosa en el amplio sentido de la palabra; es una historia impresionante tanto como es espantosa en el sentido más convencional— la conecta con el relato de Marcos de la Transfiguración.

 

¿Qué sucede ahora en el Monte Tabor, el Monte de la Transfiguración?

Pedro, Santiago y Juan, en medio de todas las luchas de su ministerio, ven la metamorfosis de Jesús.

Eso es lo que dice el griego, literalmente.

Trans-figurado, deslumbrantemente brillante, la gloria del Señor revelada.

 Esa es la voluntad de Dios que amamos, incluso cuando no podamos verla.

Lo que se les da es un destello de esa gloria en esta vida.

Estamos destinados a enamorarnos de Dios mismo, incluso aunque no podamos ver la gloria, incluso cuando se nos quiten los beneficios.

 

Esta es espiritualidad de muy alto octanaje.

Pero la Cuaresma es precisamente el tiempo en el que nos ponemos en esa prueba, cuando nos hacemos esa pregunta:

¿Amo los beneficios de Dios o amo a Dios?

 

Y en esta clave leeremos esta semana las historias de Naamán, José, y otras figuas bíblics que nos trae la liturgia de la Cuaresma

 

Nos vemos en Cafarnaúm.
Miércoles segundo de cada mes en Los Rosales.

Dios te bendiga.




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