Las iglesias cristianas han encargado proyectos de reconstrucción a una veintena de ingenieros. Y acogiendo a cientos de familias. Y repartiendo comida. Y fortaleciendo la moral de los cristianos y también de los musulmanes que se acercan a pedir ayuda o a ayudar.
Desde nuestra parroquia hemos enviado 4000 euros. Y seguiremos enviando lo que nos vaya llegando
Un mes después del terrible terremoto del 6 de febrero en Turquía y Siria, en Alepo todavía «reinan el miedo y el abatimiento». Ambos, «junto con los escombros, se han quedado haciendo compañía a la población», relata a la agencia italiana Sir el padre Bahjat Elia Karakach, franciscano de la Custodia de Tierra Santa y párroco latino de la ciudad. Después de 13 años de guerra, no hay esperanza de una reconstrucción rápida.
«La mayor parte de la gente que tienen la vivienda dañada pero utilizable no quiere volver porque continúan las réplicas. El miedo a los derrumbes es tangible». Muchos afectados siguen viviendo en centros de acogida creados por las autoridades locales. Después de un mes, «la convivencia empieza a ser difícil. Se trata de estructuras improvisadas con servicios insuficientes para hace frente a las necesidades de tanta gente», explica Bahjat.
También la Iglesia sigue ofreciendo ayuda, gracias al sostén de la Iglesia universal. «En el Colegio Tierra Santa a día de hoy hay acogidas cerca de 3.000 personas». Algunas de ellas estaban antes alojadas antes en los locales de la parroquia latina, que ahora ha retomado sus actividades pastorales y de catequesis porque «es importante devolver a nuestros fieles una apariencia de normalidad». El espacio del colegio es insuficiente y «no hay suficientes baños para todas estas personas», por lo que existe un riesgo alto de problemas de saneamiento. «Por eso es importante poder convencer a la gente, a los que puedan, para que vuelvan a casa».
«Más valor mediático que real» Con todo, aunque la labor humanitaria sigue siendo necesaria, la Iglesia empieza a pensar ya en la difícil reconstrucción. Las once confesiones cristianas presentes han puesto en marcha una comisión ecuménica que ha encargado a 15 ingenieros verificar la usabilidad de los edificios habitados por familias cristianas y trabajar en proyectos de reconstrucción. También se están planeando ayudas para el alquiler para quienes han perdido su hogar.
«Es un trabajo que necesitará mucho tiempo porque son miles de solicitudes», apunta el párroco latino. «A estos ingenieros se les unirá otros cuatro que llegarán en los próximos días desde Italia. Están especializados en labores postsísmicas y han acogido un llamamiento que lancé hace tiempo». Trabajarán en el marco de un acuerdo firmado con el Ayuntamiento de Alepo y «se encargarán de los casos más espinosos».
En este contexto, Bahjat es escéptico sobre la posibilidad de que la flexibilización de las sanciones dé fruto. «Creo que la noticia tiene más valor mediático que real. Comprobar su eficacia y veracidad llevará tiempo, quizá años». Después de años en los que el embargo y las sanciones han causado daños muy graves, «no sé si una relajación de las sanciones de solo seis meses no sé si podrá incidir en la vida real de las personas».
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