En el Evangelio de hoy, Jesús expulsa un espíritu inmundo de un hombre en la sinagoga de Capernaum. Y quiere realizar la misma operación de limpieza en tu vida. La intención de Dios desde el principio es que
nuestros corazones sean templos de su presencia.
Entonces Cristo viene hoy, martes, a tu vida, a tu encuentro, a tu casa, a tu familia, .... a nuestro mundo. Y viene llegando tu CORAZÓN.
¿Qué encuentra?
Encuentra que el templo de nuestro corazón está lleno de todo tipo de cosas que no son la CONFIANZA EN ÉL, en su poder divino: El dinero, el éxito mundano, la estima de los demás, el sexo, la ambición de ser un poco más que lo demás, o de tener alguna cosa más que ayer, sea lo que sea, tantos cosas y preocupaciones que ahora han ocupado el lugar que por derecho le corresponde a Dios.
Por lo tanto, cuando Cristo entre en tu vida, siempre tendrá un papel purificador que desempeñar.
Fulton J. Sheen habló una vez sobre el “poder de expulsión” de Cristo. Cuando lo coloques en el centro de tu alma, de tu día a día, de tu horario semanal, expulsará todas aquellas cosas que no pertenecen a ese centro y las hará encontrar el lugar que les corresponde.
Si aún tienes otras cosas por delante de Dios, de la pura simplicidad franciscana de confiar en Dios, es que hay algún otro dios que te impide sentarte ante él y confiarLe tu vida.
Y así Jesús, el guerrero de PAZ, Jesús el juez misericordioso, el corazón mismo de Dios, ahora viene a nuestros corazones porque lo invitamos a través de nuestro sincero deseo de conversión.
Él tendrá esta autoridad sanadora y poder limpiador y restaurador. Déjate querer.
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