Juan Sebastián de Elcano ha pasado a la historia por estar al mando de la expedición que completó la primera vuelta al mundo.
Y lo traemos a nuestra historia porque en su último viaje partió de la Coruña y partió del convento de San Francisco, al que destinó una suma de 60 ducados para celebrar una misa diaria por sus intenciones hasta su regreso.
Nació en Guetaria (Guipúzcoa) en 1476 y murió en el Pacífico en 1526. Tras formar parte de la expedición militar dirigida por el Cardenal Cisneros contra Orán, se instaló en Sevilla, donde en 1519 se unió al proyecto liderado por Fernando de Magallanes, que zarpó con cinco naves con el objetivo de encontrar una ruta marítima por Occidente que, a través de un paso por el sur de América, llevara a las islas de las especias. (Molucas, Filipinas), atravesando el hoy llamado Estrecho de Magallanes.
Magallanes murió al sur de las actuales Islas Filipinas en un combate con los nativos y Elcano, ya al mando de la expedición, llegó a las Molucas a finales de 1521 para cruzar después el Océano Índico y de nuevo el Atlántico.
Así, tras casi tres años de navegación, y tras recorrer 14.000 leguas, la expedición llegaba a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522 y a Sevilla dos días después, con 18 famélicos y tambaleantes marinos, de los 285 que formaron inicialmente la expedición y con una única nave, la Nao Victoria, cargada de especias.
El navegante español consiguió así completar la primera vuelta al mundo de la que se tenga constancia documental. El emperador Carlos V recibió a los supervivientes en Valladolid y concedió a Elcano una renta anual de 500 ducados en oro y un escudo de armas con un globo terráqueo y la leyenda: Primus circumdedisti me (“El primero que me circunnavegaste”).
Segunda expedición a las Molucas y Muerte de J.S. Elcano.
Se organizó una segunda expedición a las Molucas con el objetivo de asentarse en el territorio e incorporarlo a la Corona española. Carlos I nombró capitán general de esta armada y gobernador de las islas de las Especias a García Jofre de Loaísa, comendador de la Orden de San Juan. Elcano fue nombrado piloto mayor de la armada y su objetivo era que los barcos llegasen a estas islas.
Elcano ayudó a la Casa de la Especiería de La Coruña a organizar la expedición y fue felicitado por su buena labor.
La armada se compuso de siete naves: Santa María de la Victoria (capitaneada por Loaísa y que es otro barco distinto de la nao Victoria de la primera vuelta al mundo), Santi Spiritus (capitaneada por Juan Sebastián Elcano),12 Anunciada (capitaneada por Pedro de Vera), San Gabriel (capitaneada por Rodrigo de Acuña), Santa María del Parral (capitaneada por Jorge Manrique de Nájera), San Lesmes (capitaneada por Francisco de Hoces) y Santiago (capitaneada por Santiago de Guevara).2
Se alistaron para la expedición tres hermanos de Juan Sebastián Elcano: Martín Pérez, Antón Martínez y Martín Ochoa. De los que habían dado la vuelta al mundo se alistaron Hernando de Bustamante, Roldán de Argote y el maestre Hans. También participó, como piloto de la nave Santa María de la Victoria, Rodrigo Bermejo, que es posible que fuera el que avistó tierra en el primer viaje a América de Cristóbal Colón. Un joven Andrés de Urdaneta iba en la Santi Spiritus.
En la armada iban un total de 450 personas.
La flota zarpó de La Coruña el 24 de julio de 1525. Elcano decidió partir directamente hacia el estrecho de Magallanes indicando que, si alguna nave se perdía, sería esperada 20 días en la bahía de Todos los Santos de Brasil y, si esta no llegase, se dejaría como señal una cruz y una olla con un mensaje con la ruta que iban a seguir. Se marcharon de esta isla el 14 de agosto.2
Elcano otorgó testamento a bordo de la Nao Victoria el 26 de julio de 1526. En él es donde recuerda que ha dejado encomendadas a los franciscanos de A Coruña una misa diaria hasta su regreso. Muchos marineros murieron del escorbuto.
Loaísa murió el 30 de julio y Juan Sebastián Elcano entre el 4 y el 8 de agosto. El superviviente Juan de Mazuecos contó que Loaísa y otros hombres principales de la expedición murieron al cabo de cuarenta días de tomar juntos una comida determinada. Gonzalo Fernández de Oviedo escribió que un día se pescó un pez que parecía un salmón de veinte libras y que se comió en la mesa del capitán general Loaísa y que todos enfermaron. Otro superviviente, el clérigo Juan de Areizaga, le contó a Fernández de Oviedo que ese pez tenía dientes. Por esto, es posible que Elcano hubiese enfermado por comer de este pez.
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