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Un laberinto, en o Cebreiro, que es un recorrido espiritual hacia la Jerusalén celestial.

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En el entorno de la aldea de O Cebreiro hay un laberinto, construido con mirto, copia idéntica del Laberinto de la catedral de Chartres. Mide 12,89 m de diámetro y trazado circular, encastrado en la nave principal, es el mejor conservado de los misteriosos dédalos catedralicios franceses.


El camino hasta su centro recorre 261,5 metros y simboliza el sinuoso peregrinaje hacia la Gracia divina o hacia la Jerusalén celestial. Textos del medievo describen danzas litúrgicas pascuales en su interior, con el deán lanzándoles a sus canónigos una pelota amarilla como símbolo solar de la Resurrección. Si se proyecta la fachada sobre el pavimento, el Cristo del Fin de los Tiempos del rosetón se superpone en el centro del laberinto.


Catedral de Chartres.  

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El laberinto está en la propiedad de Laurie Denett, escritora canadiense, autora de nueve libros y numerosas traducciones, nacida en Toronto. Residiendo en Londres, conoció Galicia durante una peregrinación desde Chartres, Francia, a Santiago de Compostela en 1986, cuyo fin inicial era recaudar fondos para el tratamiento de la esclerosis múltiple, enfermedad que padeció su madre. En su paso por O Cebreiro se acogió a la fe católica. Más tarde, realizó peregrinaciones desde Londres a Roma (1989) y desde Canterbury a Jerusalén (1992). También fue presidenta de la Confraternidad de Santiago del Reino Unido entre 1995 y 2003. Años en que trabajó por la presencia franciscana en O Cebreiro.

En 2010, se trasladó a vivir cerca de O Cebreiro y creó una réplica del laberinto de la catedral de Chartres en su jardín, que pasó a formar parte de la red internacional de «Jardines del Silencio», espacios privados abiertos a todo el mundo para el descanso y la meditación.


Es el primer Quiet Garden de España, que se convirtió en el decimonoveno país con uno de estos espacios.


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Laura, junto con Paolo Caucci o Robert Plötz, formaron una asociación en favor de O Cebreiro, para recuperar su valor espiritual para el camino y para la humanidad. Uno de sus objetivos era traer a los franciscanos a este lugar. Y esa colaboración nos regalo una fraterna amistad.



"El camino no termina en Santiago. En Santiago es donde empieza. Y la vida a la que vuelves es realmente tu camino"


A unos 80 kilómetros al suroeste de París está la ciudad de Chartres, uno de cuyos principales atractivos culturales es su catedral gótica construida entre 1194 y 1220. Se levantó en el mismo lugar donde anteriormente habían estado otras iglesias y catedrales.

La primera de alrededor del año 360 d.C., todas ellas destruidas a causa de incendios: la primera durante el saqueo visigodo de Hunaldo en 742, la segunda por los normandos de Hastings en 858, la tercera en 962 por las tropas de Ricardo I de Normandía, la cuarta en 1020, y la quinta en 1194.

Pero antes de todo eso el lugar ya era sagrado para la tribu celta de los carnutes (de donde deriva el nombre de la ciudad), que tenían allí un altar dedicado a la Diosa Madre. De ahí puede venir que Chartres se convirtiera en un importante centro de veneración a María a partir del siglo XII.


Uno de los detalles más singulares de la catedral es el laberinto situado en el suelo de la nave principal, que se construyó al mismo tiempo que ésta (en su etapa final, entre 1215 y 1221), por lo que ya estaba previsto en el diseño original de la estructura.

Con un diámetro de unos 12 metros y 85 centímetros, se trata del mayor laberinto cristiano creado en la Edad Media y casi con toda seguridad del más famoso. Está formado por baldosas blancas y negras que forman un sendero con múltiples circunvoluciones que conducen al punto central.


De hecho su estructura de 11 círculos serviría de modelo para muchos otros laberintos que se hicieron después. También los hubo antes, evidentemente, sobre todo en la Italia norte y central, pero casi todos ellos hechos en mosaico y con alusiones figurativas al tema de Teseo y el Minotauro.

La novedad en Chartres es que no hay ornamentación figurativa ni alusiones al tema, aunque hay quien cree siguiendo a Chales Challine (1596-1678) que antiguamente había en su centro una placa metálica representando el tema mitológico. Esta placa habría sido retirada y fundida en 1792 para fabricar cañones.

Hermann Kern, experto en el estudio de los laberintos europeos, discrepa de esta historia basándose en que no queda evidencia física en el pavimento de que alguna vez hubiera habido algo en el centro del laberinto.


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No obstante, sí es cierto que se aprecia lo que parecen ser marcas de remaches, aunque siguiendo un patrón algo aleatorio. Una teoría decimonónica sugería que podía haber algo enterrado debajo, pero tras realizar una excavación en 1849 no se encontró nada en su interior.

Está situado bajo la tercera y cuarta crujías de la nave central. Según una creencia popularizada por Keith Critchlow en la década de 1970 dista de la portada oeste la misma distancia que el centro del rosetón de ésta en altura (31,75 metros), y cuyo diámetro es aproximadamente el mismo que el del laberinto (12 metros). De tal modo que si la portada oeste cayera sobre el suelo de la nave el rosetón coincidiría con el laberinto. Sin embargo autores posteriores indican que en realidad hay una diferencia de 3 metros entre ambas distancias. Aunque la propia información oficial de la catedral mantiene dicha versión:

El laberinto de Chartres es un punto geométrico importante: si se «proyecta» la fachada sobre el pavimento, el centro del rosetón -donde Cristo aparece en majestad- corresponde al centro del laberinto. Si se conecta el centro del laberinto con las estatuas centrales de las portadas y el lugar del antiguo altar, se dibuja una plaza, que sirve como plan maestro para el plan de la catedral.

El caso es que el rosetón, que muestra el tema del Juicio Final, muestra a Cristo rodeado por un anillo interior de 12 círculos emparejados con ángeles y otro exterior, también de 12 círculos con escenas de resurrección.


El laberinto, dadas sus dimensiones, estaba concebido para ser recorrido (según información de la propia catedral, destinado originalmente a la liturgia de las Vísperas de Pascua), cosa que tanto vecinos como peregrinos solían hacer hasta que se impuso la moda de colocar bancos en las iglesias.

Por eso los viernes entre las 10 de la mañana y las 5 de la tarde se retiran los bancos, para que quien lo desee pueda realizar el peregrinaje por el laberinto.

La distancia total que se recorre si se realiza todo el camino hasta el centro es, más o menos, de 262,4 metros.



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