13 sept
13 sept
Concilio de Éfeso (431)
Definición: María es verdadera Madre de Dios (Theotokos), porque su Hijo, Jesucristo, es una sola Persona divina con dos naturalezas —divina y humana
—.Significado: No decimos que María es “madre de la divinidad” en abstracto, sino Madre de la Persona divina de Jesús, que es Dios
.📖 Fundamento bíblico: Lc 1,43 – “¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?”
Concilios de Letrán (649) y posteriores confirmaciones
Definición: María fue virgen antes, durante y después del parto.
Antes: concibió por obra del Espíritu Santo, sin intervención de varón.
Durante: el parto de Jesús no lesionó su virginidad.
Después: no tuvo más hijos biológicos.
Significado: Indica la consagración total de María a Dios y la singularidad de Cristo.
📖 Fundamento bíblico: Lc 1,34 – “¿Cómo será esto, pues no conozco varón?”
Papa Pío IX, bula Ineffabilis Deus (1854)
Definición: Desde el primer instante de su concepción, María fue preservada de toda mancha de pecado original por singular gracia de Dios, en previsión de los méritos de Cristo.
Significado: María es toda pura, llena de gracia, preparada para ser morada del Hijo de Dios.
📖 Fundamento bíblico: Lc 1,28 – “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.”
Papa Pío XII, constitución apostólica Munificentissimus Deus (1950)
Definición: Terminada su vida terrena, María fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Significado: María participa ya plenamente de la victoria de Cristo sobre la muerte, anticipo de la resurrección de los fieles.
📖 Fundamento bíblico: Ap 12,1 – “Una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies.”
Hoy la Iglesia se viste de fiesta para contemplar a María, nuestra Madre, elevada en cuerpo y alma al cielo. La Asunción es el cumplimiento de una promesa y una señal de esperanza para todos nosotros.
El Papa Pío XII proclamó en 1950 el dogma de la Asunción, pero la fe del pueblo cristiano lo había celebrado desde siglos atrás. ¿Qué creemos? Que María, terminada su vida terrena, fue llevada al cielo en cuerpo y alma, sin pasar por la corrupción del sepulcro.¿Por qué? Porque ella es:
La Madre de Dios: en su seno estuvo el Autor de la Vida.
Inmaculada: sin mancha de pecado, no podía ser retenida por la muerte.
La primera discípula: vivió unida a Cristo en la tierra y ahora vive unida a Él en el cielo.
San Pablo dice: “Cristo resucitó como primicia de los que han muerto” (1 Cor 15,20). María, unida a Él, participa ya de esa resurrección plena. Y eso significa que lo que hoy celebramos en Ella, Dios lo quiere para nosotros.En medio de nuestras luchas y dolores, la Asunción nos dice: “No estás hecho para quedarte en la tierra; tu destino es la gloria”.
En el Evangelio, María canta el Magníficat: proclama la grandeza de Dios porque ha hecho maravillas en su vida. Hoy, desde el cielo, sigue cantando y sigue intercediendo por nosotros.La Asunción no aleja a María de nosotros, al contrario:
Ella nos recuerda el valor del cuerpo: no es un estorbo espiritual, es parte de nuestra identidad y será glorificado.
Ella nos anima a vivir como peregrinos: el cielo es nuestra meta.
Ella nos acompaña en la lucha contra el pecado y el mal, como la “mujer vestida de sol” del Apocalipsis
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